Del Nengon al Son

Del nengón al son cubano




Por Marcio Veloz Maggiolo

En 1983 Danilo Orozco inicia en el Oriente de Cuba la búsqueda de elementos musicales y literarios para su tesis doctoral en Alemania sobre el son cubano y sus orígenes. Danilo es el “sonólogo” por excelencia. Sus trabajos de investigación participante se fundamentan en las características de un son primitivo, del ritmo sonero llamado nengón, con predominio de estribillo, cuarteta de tipo hispánico o décima de ritmo octosílabo e instrumentos hibridados: tres, tumbadora, palmas y coro, en los que se detecta la influencia africana conjutanmente con la hispánica. A juzgar por estas características el son cubano comienza siendo un híbrido.

UN INICIO RURAL, TAL VEZ MAMBÍ
El nengón tiene su origen en el siglo XIX, y muchas de las letras del mismo se refieren a las guerras de Cuba desde 1868 a 1895. En ocasiones hace hincapié en algunas formas parecidas al posterior bolero de finales del siglo XIX. El nengón es también llamado rumbita. En algunas versiones recogidas en los campos de Mayarí los instrumentos incluyen marímbula africana, bongó y la clave, que se hizo fundamental luego en todo el son y en la música cubana.

El ritmo, cantado todavía hoy por familias del río Cauto, como los Valera-Miranda, tiene variantes como el nengón del Cauto, el nengón serrano, el nengón del Toa, y otros, todos en la región oriental de Cuba. Existe, pues, la plantilla básica para que se desarrollara este tipo de música, y Danilo Orozco ha realmente ejecutado en su tesis lo que podría llamarse la “arqueología del son cubano”.

El nengón posee a veces rasgos de pregón y las evidencias de una transición hacia el son actual, según Danilo Orozco, se presentan con mezclas musicales caribeñas tardías, en las que el negón se alimenta de modalidades nuevas de expresión, aceptando variantes. Si escuchamos un nengón tradicional –generalmente largo— nos daremos cuenta de que el son oriental tiene similitudes profundas con este ritmo, que es también un ritmo de son.

Los nengones cantados por las familias centenarias que Danilo Orozco entrevistó y grabó fueron una herencia de estos abuelos, de sus propios abuelos y antecesores, lo que evidencia la antigüedad del son primitivo, primordial. Algunos, como el más viejo de la familia Cutiño, tenía, cuando Orozco inició su investigación, más de cien años.

Este son primigenio trataba temas de amor, temas de guerra como la lucha de los mambises cubanos contra España, comunes entre la familia Cutiño, descendiente de mambises; otros temas son de dichos y respuestas y de temas paisajísticos.

DÚOS FAMOSOS
El nengón ha seguido siendo música tradicional del campesino cubano actual, como lo revelan nengones anónimos que recuerdan mucho el estilo del ancestral dúo Los Compadres y de Repilado, antes integrante del dúo y ahora cantando como Compay Segundo. Los Compadres parecen haber sido los más auténticos herederos, por su estilo, de ciertas formas del nengón.

El dúo Los Ahijados, integrado por Cuco y Martín Valoy, enriquecerá el son dominicano siguiendo las líneas más tempranas del mismo, puesto que utilizaron en parte el estilo de Los Compadres, que venía del negón cubano. La cédula temprana enriquecía la del son santiaguero de Piro Valerio y otros músicos de Santiago, completando, a mi juicio, un son dominicano rico y de buena letra.

Al escuchar estos temas nos damos cuenta de que el son oriental, cuya bandera hizo ondear mundialmente Miguel Matamoros, no era producto de una casualidad. Existía una base rítmica y melódica que puede señalarse dentro de la tradición. En el Oriente de Cuba ya se conocía, y había autores importantes. Los años 20 del siglo XX vivieron lo que pudo ser la explosión del son como antes, en los años iniciales del mismo siglo, la del danzón, que se dispersa hacia las Antillas y hacia México en 1914, y lo mismo que la danza se consolida en Puerto Rico, en Cuba y Santo Domingo desde esos años tempranos.

FLORO Y MANUEL CORONA
El doctor Pedro Julio Santana, nuestro suegro y uno de los mejores conocedores de la música popular en Santo Domingo, señalaba que antes de la llegada de Matamoros al país en 1930 ya Floro y Manuel Corona habían estrenado sones en la capital dominicana hacia 1925. Los Matamoros pasaron el ciclón de San Zenón en la casa del señor Carrasco, quien vivía en la calle Caracas casi esquina Erciná Chevalier y allí sufrieron los embates del meteoro que luego transformaron en música. “Cada vez que me acuerdo del ciclón, se me aprieta el corazón”. El dato me lo informa Angel Carrasco, su hijo, médico neurólogo radicado en Miami.

DE ORIENTE A OCCIDENTE
El son cubano llega rápidamente al Occidente, a Matanzas y La Habana, donde adquiere nueva forma por la presencia de grupos negros ya libertos que incorporan toques de cinquillo y otro tipo, y acuden a los bongoes de la rumba misma y al toque rumbero en ocasiones. El sonido de deslizamiento de la mano sobre el parche incorpora ese quejido que es clásico en sones como Tres Lindas Cubanas y otros. La influencia africana en él es definitiva, se hace más vibrante, orquestal y se enriquece notablemente. Dos grandes conjuntos lo transforman, son sextetos en los que la trompeta, la tumbadora, el tres, las maracas, el timbal y la marímbula, hacen lo suyo. Ignacio Piñeyro tiene la importancia para el son occidental que Matamoros para el oriental. El Sexteto Nacional y el Septeto Habanero impusieron el estilo del son capitolino, que se enriqueció lo mismo que el son oriental, en una fusión que Matamoros aceptaría cuando su grupo se transformó de trío en conjunto y se fue a aquel viaje a México en el que debutara con los Matamoros el inmortal Benny Moré. El son, con orquestas como Casino de la Playa, se transforma y pasa a las salas de baile, logrando igualmente con Mariano Mercerón, radicado en México, superioridad musical.

Por qué el son cubano tiene tanta aceptación en la República Dominicana, y por qué se queda entre nosotros, es tema que siempre me ha motivado. Donde se bailó el son cubano con más ahinco fue en los cabarets del antiguo barrio de Barahona, luego llamado Borojol, y en los cafés de mujeres llamadas de “la vida alegre” ubicados en el kilómetro 2 de la carretera Duarte, muy cerca del viejo aeropuerto General Andrews. En principio el son fue marginal entre nosotros, como lo había sido el merengue hasta que la dictadura lo impuso.

Las obras de memoriosos como Veloz Molina, Tulio Cestero, Rafael Damirón, Matos Díaz y otros no se refieren al son como música de salones en Santo Domingo. Los programas radiales dedicados al son, como los de Radio Cristal, la emisora que dirigió Mario Báez Asunción, fueron fundamentales para mantener el gusto del mismo y estabilizarlo entre nosotros. El son tardó más que el merengue en pasar de la escena suburbana a la urbana. Hoy forma parte de un negocio disquero y cabaretero de gran calado.

Las evidencias claras de formas musicales que lo precedan aquí, como las hay en Cuba, apuntan hacia un origen en el nengón que ya en el siglo XIX era música bailable en la provincia de Oriente. Para negar esto habría que ser un músico experto y un historiador capaz de rebatir la tesis de Danilo Orozco, “sonólogo” y doctor en sones, cuya investigación participante es reveladora de que la etnomusicología es una ciencia que no se puede hacer desde la mecedora de casa.


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© Patrick Dalmace

Le Son. De la Vallée du Cauto à Santiago de Cuba.
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